A Eduardo, en el primero de 'La Edad de Oro'

"Eduardo Benavente no era un alma lavada, sabía que toda la vida es un proceso de demolición de cosas nunca demasiado tangibles. La nieve es de una pureza engañosa. Le gustaba ser rápido, eficaz y preciso. Esa frase podría haber sido su lema. Eduardo Benavente murió en accidente de automóvil el 15 de mayo de 1983. Benditos sean los muertos sobre los que cae la lluvia."

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